Siempre ha sido así. Así de complejo y brillante por momentos.
Siempre a dos milímetros del tren que me convenía abordar el que veía partir desde el andén o más tarde intentaba correr delante de él.
No sé cómo habrá sido para ti y tampoco me importa demasiado cada uno tiene su propio mapa pero el mío lo cambié hace mucho por una peonza con el eje torcido y un puñado de hojas secas y crujientes.
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